Desgraciadamente, el traductor que le dí, no traduce las palabras con acento, por lo que normalmente y muy a mi pesar, ya que es mi culpa que todavía no sepa catalán, se producen malentendidos bastante a menudo. Va por ti, chiquita.
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Acabo de despertar, en algun momento de la noche, la monótona y desagradable canción de la autocompasión terminó por arrullarme de tal modo que ni las canciones estridentes de los reproches, el odio y el resentimiento pudieron despertarme. Tengo resaca, pero es un mal menor.
La oscuridad ha cedido su lugar a la luz grisacea del alba. Hace mucho frío todavía, quizás más pero en algun momento de la noche alguien me puso un abrigo hecho de palabras con mucho esfuerzo, no lo recuerdo muy bien. Las sombras que quedan ya no me inquietan y miro a mi alrededor. Los cuadros y las fotografías, casi monotématicas, ya no me miran burlonas desde sus lugares. Poco a poco van recuperando su aspecto normal, su brillo y sus colores originales.
Los crujidos de la casa han cesado. Agradezco el silencio de la casa, estoy en paz. Los invitados indeseables decidieron marcharse, supongo que por mi falta de atención pero su rastro está por todas partes. Debo apresurarme porqué espero más visitas, ya puedo escuchar a la esperanza y a la felicidad cantando sus dulces canciones por los campos nevados, aunque el acompañamiento de pájaros, que ya relevaron a los aullidos de los lobos no me deja precisar si falta mucho para que toquen a mi puerta. También espero a la paz y a la tranquilidad, un duo que me gusta mucho. Y debo recordar apartar un lugar de honor para el amor, a él le voy a dar un trato especial porqué la casa cambia totalmente cuando él me visita y sé que me va a visitar, de hecho lo espero con ánsia.
Miro por la ventana y los campos cubiertos de nieve me mandan una sonrisa y un guiño de complicidad : "Aqui seguimos, menso!". El cielo está despejado por lo que la promesa de un día de sol me hace temblar de emoción.
Debo apurarme! Todo debe estar listo, aunque soy un anfitrión que deja mucho que desear, mis invitados nunca dejan de visitarme. A veces me pregunto si mereceré tantas atenciones... No puedo fallarles, en especial al amor, ese pequeño ser con cara de mujer, una mujer que aparece en casi todos los cuadros y fotografías de la casa. A ella está dedicada esta casa y todo lo que contiene pués es la luz que la ilumina cada día, es el fuego en la chimenea, es los cantos de los pájaros afuera, son las flores que adornan el jardín, ahora cubierto de nieve (pero estoy seguro de que ella, que también es el sol (aunque le gusta que le diga que es mi luna) no tardará en fundirla con una sonrisa. En un rincón están mi espada rota y mi escudo abollado. Mmmmmm, debo ir a buscar al herrero rápidamente, no puedo luchar en estas condiciones y me urge hacerlo. Tengo mucho trabajo que hacer en la casa, no tengo tiempo que perder, apenas está amaneciendo y los invitados no tardan en llegar. Todo debe estar listo. Ups! Se me olvidaba, debo recuperar mi libro de cocina, ha quedado demostrado que la improvisación produce efectos desagradables a los que se sientan a mi mesa, especialmente al amor, que es un gourmet muy exigente.
Y aquí, viendo por la ventana mientras repaso mis tareas y acaricio el abrigo tejido con palabras, esforzadas pero hecho para y por mi, el primer rayo del sol de mi vida se escapa por un hueco entre las montañas e ilumina mi cara con su luz dorada, borrando los últimos rastros de mi resaca, mi tristeza y mi autocompasión (esa maldita tiene la costumbre de pintarme la cara con sus horribles garabatos siempre que me duermo durante sus conciertos). Volteo a ver el escenario de mi próxima batalla, y descubro que como por arte de magia, mi espada y mi escudo, descansan intactos en el rincón donde esperaban al herrero, brillando bajo la luz del primer rayo de sol de la mañana como si los acabaran de forjar. Manos a la obra!
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Dedicado al amor de mi vida, la persona que me ha enseñado ( o por lo menos lo intenta ) a mantener mi casa/mente limpia, a no invitar a gentes indeseables y que ilumina cada rincón de ella con su amor, su fuerza, su alegría, sus miradas y sus sonrisas. Por sus esfuerzos por hacerme crecer como persona, aunque yo me resista constantemente. De todos modos, sus esfuerzos no caen en saco roto, los tengo guardados en mi estudio y aunque no lo crea los repaso cada día, pero es una lección que me cuesta bastante de aprender. Ah, y es un ejemplo para mí, y un orgullo y un tesoro que viene cada día a iluminar mi humilde vida.
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